1. Introducción

 

A medida que los hábitos alimentarios modernos evolucionan y los alimentos procesados (elaborados con jarabe de maíz alto en fructosa) se vuelven omnipresentes, surgen preocupaciones sobre su impacto en la salud.

Esta condición puede llevar a síntomas incómodos y a una necesidad urgente de reconfigurar la dieta diaria.

La intolerancia a la fructosa se da cuando existe un déficit y/o baja actividad de los transportadores responsables de la absorción de la fructosa. Este déficit se puede deber a 3 razones:

  • Existe un déficit en la producción de la enzima transportadora.
  • La enzima transportadora se produce de manera adecuada pero, a causa de un daño o inflamación en la mucosa intestinal (SIBO, síndrome de intestino irritable (SII), infección bacteriana…), se imposibilita su funcionamiento.
  • Por razones genéticas, existen mutaciones en el gen que codifica (genera) la enzima.

Estas enzimas transportadoras se denominan GLUT5 y GLUT2 y se encargan de introducir la fructosa a nuestro torrente sanguíneo desde el intestino delgado.

 

2. ¿Qué es la fructosa?

 

Es un monosacárido (un tipo de azúcar) presente de manera natural en frutas, verduras y miel. También está presente en refrescos, caramelos y zumos. La fructosa puede aparece en su forma simple (sacarosa) o compuesta (fructanos).

Cuando la fructosa no es absorbida en el intestino delgado, pasa al colon donde es fermentada por las bacterias intestinales (microbiota), las cuales generan gases, ácidos grasos de cadena corta y agua. Ante la presencia de estos compuestos, el organismo vierte agua al colon y aparece la sintomatología.

Cabe destacar que, a parte de la fructosa, debemos prestar atención al sorbitol, un polialcohol que puede bloquear el transportador GLUT5 reduciendo así la absorción de fructosa.

 

3. Síntomas de la intolerancia a la fructosa

 

La intolerancia a la fructosa está determinada por una serie de síntomas digestivos y extradigestivos:

  • Síntomas digestivos: meteorismo, distensión y dolor abdominal, diarrea. Otros menos comunes como dispepsia, sensación de plenitud, estreñimiento, nauseas o acidez estomacal.
  • Síntomas extradigestivos: sudoración, deshidratación, cefalea, irritabilidad, cansancio o dificultad para concentrarse.

Estos síntomas son muy comunes en determinadas patologías digestivas y pueden confundirse. Por ello, es indispensable un buen diagnóstico mediante la prueba adecuada.

4. ¿Cómo sé si soy intolerante a la fructosa?

Si la intolerancia a la fructosa es hereditaria habría que realizar una prueba genética.

Si no se trata de una causa hereditaria, se puede proceder a la realización de diversas pruebas:

Test espirado de hidrógeno y metano: tras la ingesta de fructosa diluida en agua se mide la cantidad de hidrógeno y metano producido mediante un espirómetro. Si los valores de estos gases son demasiado elevados, se considera una prueba positiva a intolerancia a fructosa. Si, por el contrario, los gases no se ven notablemente elevados, se considerará que la prueba es negativa. También se tienen en cuenta la aparición o no de síntomas durante y después de la prueba.

Test de tolerancia oral o curva de glucemia: se valora el aumento de la glucosa en sangre tras la administración de fructosa oral. Si esta glucosa no aumenta en sangre, el test indica que no se está absorbiendo.

Biopsia del intestino delgado: consiste en extraer una muestra de la mucosa del intestino a fin de encontrar alguna alteración. Al ser más invasivo y menos efectivo, no se suele usar.

5. Tratamiento dietético

 

El tratamiento dietético de la intolerancia a la fructosa tiene como objetivo reducir y/o eliminar los síntomas. Esto puede conseguirse mediante la puesta en marcha de 2 intervenciones:

No se recomienda la eliminicación total de la fructosa.

Otras recomendaciones:

  • Incluir alimentos ricos en polifenoles como el orégano, la canela o el anís.
  • Comer de manera relajada y sin distracciones.
  • Registrar las comidas, síntomas y tipo de heces para concretar de manera más detallada los alimentos más problemáticos.

Tratamiento complementario

  • Uso de probióticos en pacientes con diarrea, SII y/o estreñimiento funcional pueden ser beneficiosos para aliviar los síntomas y mejorar la calidad de vida.
  • Uso de enzima glucosa/xilosa isomerasa: se trata de una enzima que convierte la fructosa en glucosa.

 

6. Conclusión

 

Es fundamental reconocer los síntomas y buscar un diagnóstico preciso para implementar las medidas dietéticas adecuadas. Dado que cada individuo puede reaccionar de manera diferente a los alimentos que contienen fructosa, es esencial acudir a un nutricionista especializado.

Un nutricionista podrá diseñar un plan de alimentación personalizado que no solo evite los alimentos problemáticos, sino que también asegure que el paciente reciba todos los nutrientes necesarios para mantener una buena salud. El apoyo profesional es clave para manejar esta condición de manera efectiva y mejorar la calidad de vida. Si sospechas que puedes tener intolerancia a la fructosa, no dudes en consultar al digestivo para el correcto diagnóstico.

 

Ana Mulero

Ana Mulero

Nutricionista en Ana Mulero Nutrición

Dietista y nutricionista graduada en nutrición humana y dietética. Especializada en Nutrición Deportiva.
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