1. Introducción
El síndrome de sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado es una condición en la que se observa una cantidad excesiva de bacterias en esta parte específica del tracto gastrointestinal.
El SIBO puede llevar a la malabsorción de nutrientes, lo que puede causar deficiencias y afectar la salud general. Los pacientes con SIBO pueden sufrir de anemia, pérdida de peso y fatiga debido a la incapacidad de absorber adecuadamente los nutrientes.
Comprender y tratar el SIBO es crucial para mantener un sistema digestivo saludable y una vida plena.
2. ¿Qué es el SIBO?
El SIBO ocurre cuando las bacterias del intestino grueso crecen en exceso en el intestino delgado, un lugar donde normalmente deberían estar en menor cantidad.
Esto puede causar problemas como malabsorción de nutrientes y síntomas gastrointestinales. Normalmente los nutrientes más vigilados en pacientes con SIBO son el hierro, las vitaminas del grupo B y los minerales magnesio y calcio.
3. ¿Cómo afecta el SIBO al intestino?
Las bacterias presentes en nuestro intestino son necesarias para innumerables funciones, pero si estas son demasiadas pueden actuar en nuestra contra de muchas maneras:
- Reducen la disponibilidad de nutrientes; lo cual a medio plazo puede provocar carencias, especialmente de hierro y B12 causando anemia, ferritina baja crónica, etc.
- Producen gas dentro del intestino delgado generando síntomas que más tarde describiremos.
- Disminuyen la absorción normal de grasa lo cual puede llevar a carencias en vitaminas liposolubles (A, D, E, K) y heces grasas.
- A través del epitelio dañado, partículas de comida incompletamente digeridas ingresan al organismo, a lo cual el sistema inmunitario puede reaccionar. Esto pueden causar alergias y sensibilidades alimentarias.
- Las bacterias mismas también pueden ingresar al organismo. La reacción del sistema inmunitario a las bacterias y sus membranas celulares (endotoxina) puede causar fatiga crónica y dolor corporal y sobrecarga hepática.
4. Tipos de SIBO
Siempre hemos oído el término SIBO, y es el que usamos para referirnos a ese exceso de proliferacion bacteriana pero, dependiendo del tipo de bacterias o la zona en la que estas crezcan podemos encontrarnos distintos tipos de SIBO:
- SIBO o SIBO-D: cursa con diarrea como principal síntoma y distensión abdominal.
- IMO o SIBO-M: destaca la producción de metano por un sobrecrecimiento de arqueas metanogénicas.
- SIBO-S: destacan las bacterias reductoras de sulfato. No hay una prueba específica para este tipo.
- LIBO: se da un sobrecrecimiento bacteriano, pero en el intestino grueso. Es decir, el intestino delgado está intacto, pero se han reproducido en exceso las bacterias del intestino grueso.
- SIFO: causado por un sobrecrecimiento en el intestino delgado, pero no de bacterias, sino de hongos.
5. Síntomas y diagnóstico
Las bacterias en exceso pueden interferir con la digestión normal y la absorción de alimentos, y pueden dañar el revestimiento del intestino delgado. Esto puede llevar a síntomas como:
- Gases e hinchazón: al tener un número mayor de bacterias, los procesos de fermentación también se multiplican, generando muchos más residuos como pueden ser gases (hidrógeno y metano, principalmente)
- Distensión y dolor abdominal: la producción exagerada de estos gases genera abultamiento del abdomen y dolor.
- Diarrea o estreñimiento: estas bacterias alteran la motilidad intestinal aumentando o disminuyendo el tránsito.
- Náuseas y fatiga: por la misma alteración de la motilidad intestinal puede generarse sensación de fatiga o nauseas. El déficit de nutrientes que, normalmente, se produce en las personas con SIBO también contribuye a esto.
- Pérdida de peso sin razón aparente: se genera, principalmente, por el miedo a ingerir cualquier alimento que pueda generar los síntomas escritos y así dificultar realización de cualquier actividad cotidiana.
El diagnóstico del SIBO debe hacerlo un médico digestivo profesional. No debe recurrirse a los test que suelen venderse por internet. |
6. Tratamiento
Para tratar el SIBO generalmente se emplea una sinergia de recursos que, aplicados de manera aislada, no podrían dar resultados claros, pero cambiándolos pueden mejorar notablemente la sintomatología del paciente.
Tratamiento farmacológico: a valorar por el médico digestivo según la interpretación de las pruebas y el tipo de SIBO. Este puede ser a base de antibióticos (para reducir el exceso de bacterias), procinéticos, (para mejorar el tránsito en caso de estreñimiento), etc.
Tratamiento dietético: normalmente se aplica una dieta baja en FODMAP.
Suplementos: como probióticos o enzimas digestivas o complementos alimenticios por déficit de nutrientes.
7. Prevención
Para prevenir el SIBO, es importante mantener una serie de aspectos en cuenta:
- Mantener una dieta equilibrada, consumiendo unas raciones adecuadas de fibra.
- Evitar el uso excesivo de antibióticos y protectores de estómago. Estos últimos, hacen que el estómago genere menos ácido y este ambiente hace que las bacterias intestinales proliferen más.
- Mantener unos buenos hábitos y rutinas para ir al baño de manera frecuente.
- Beber suficiente agua y hacer ejercicio regularmente puede ayudar a mantener un equilibrio saludable de la flora intestinal.
8. Conclusión
El SIBO es una condición compleja que requiere atención y manejo cuidadoso. Con el tratamiento y los cambios de estilo de vida adecuados, es posible controlar el SIBO y mejorar la calidad de vida. Para ello es necesario el acompañamiento y la ayuda de un nutricionista especializado.
Evita seguir consejos de conocidos o páginas no aptas de internet ya que es una patología que genera distinta sintomatología en cada persona, por lo que el tratamiento puede variar en cada caso.

Ana Mulero
Nutricionista en Ana Mulero Nutrición